miércoles, 4 de noviembre de 2009

MENTE SENSIBLE

Hasta que sonaron con un tinte marrón, las canciones fueron cantadas por todos. Hasta que se hicieron en red, los lazos prometieron amor del mejor, agudeza, fidelidad, carne y espíritu. Hasta que se incendió el bosque, los animales vagaron sin rumbo por los caminos trazados por las huellas de sus propias patas y las de los otros. Sin saberse familia, los que iban atrás seguían a los de adelante, y así. Y así las cosas que pasaron, como un león agudo que se sale del ruedo a cambiar piel por piedras, así la rebelión, así la revuelta que no conocemos y, sin embargo, vendrá.

Ejemplo 1:

*Una mariposa que por dentro no es una mariposa, sino una fogata o un botón. Un botón que no es más que una medalla, una cabeza, una moneda peruana impregnada de símbolos de guerra. Una guerra que a la larga no es una guerra, sino un estado de cosas. Una cosa que se parece a un deseo sometido a sus propios límites. Un deseo fiel llevado hasta las últimas consecuencias, conteniéndolo todo, incluso la tela anudada en el misterio pendiente de una noche. Un pañuelo que parece un pañuelo y sin embargo son fibras de hilo que hilan la tela perfectamente. Un encuentro perfecto, casual, un té convidado a cuatro invitados de igual carácter formal, y tan distintos. Una diferencia que se nota solamente en el ritmo demencial de una mente que pide socorro en la fiesta, y la fiesta que aúlla a la luna por más furor. Un furor que no es tal, porque no hay sentimiento. Un sentimiento custodiado, a cuerda, suspendido en la base como un reloj parado a las siete sin ningún apuro. Un momento concreto, una época grabada a fuego en la memoria. Una letra trazada en tinta china, mental, infrarroja, un haz de pequeñas luces sobre la costa, una arruga que no significa nada de nada, ni dentro ni fuera de la ley.

- - - - - - - - - - (después de la tormenta)
Vimos lo que vino y lo que hubo, lo que estaba por venir, lo que llegó de la mano de la mente helada y del horno salvaje, lo que parecía tanto y era tan poco después de la tormenta, lo que nos agitó en un momento y después ya no nos agitaba más, lo que creímos por un segundo haber perdido y haberlo perdido todo, en esas condiciones de la mente cuando es frágil o, peor aún, un rasguño no siempre puede más que mil palabras.

1 comentario:

  1. cuántas cosas que pasan

    una cabra mandona siente que tiene que quedarse quieta para leer esto otra y otra vez!

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