martes, 8 de diciembre de 2009

¡HOY, AHORA, VERDAD!

O es que se cae el cielo
o es que se incendia la luna
o es que oscurece salvajemente en mi mente
o es que la caja completa se abrió.

Algo adentro mío asoma como una montaña o como un pensamiento primitivo.

Mi mentalidad cae
agotada
en un sopor borroso, febril
color de la figura que el coco, con su sola existencia, dibuja
un contorno opaco pero basta
para delinear la diferencia entre su peso actual y su fantasma de ayer, que no es hoy.

Ahora, en la noche que es otra noche, el invierno blanco de mi mente comprende como si fuera un corazón:
inventa un ritmo
que es nuevo y, sin embargo, resuena con pequeñas notas sobre unos campos concéntricos (superficies infantiles, criaturas que no aprenderán jamás)
que, a no ser por ciertas formulaciones que afirman que “yo” todavía se parece a algo, diríase:
“todo queda por conocer”.

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